Nuestro Carisma
En la Congregación de
Hermanas Franciscanas de la Inmaculada formamos una fraternidad que tiene como
misión prioritaria buscar la paz y el bien para hacer posible la felicidad del
Reino de Dios aquí y ahora, construyendo la realidad con misericordia a través
de la educación regular y especial, la atención de enfermos, niños, ancianos y
la promoción de la mujer.
Este carisma lo entendemos como un don que nos ha sido ofrecido gratuitamente, que nos une a Dios y a nuestros hermanos. Es una forma de vida que deseamos compartir con todos los que quieran participar en la misión de hacer el bien.
Este carisma lo entendemos como un don que nos ha sido ofrecido gratuitamente, que nos une a Dios y a nuestros hermanos. Es una forma de vida que deseamos compartir con todos los que quieran participar en la misión de hacer el bien.
Para cumplir esta misión, es
necesario reconocerse y quererse primero a sí mismo para luego poder conmoverse
con el dolor de los más necesitados y excluidos, y llevarles la
esperanza.
Las Hermanas Franciscanas de
la Inmaculada tenemos como modelo de persona a Jesús. Deseamos ser capaces de
situarnos en el mundo desde la experiencia de los pobres, comprometidas
solidariamente por la paz, la justicia y la integridad de la creación,
liberadoras de nuestro medio, compartiendo las angustias y esperanzas de
nuestros pueblos.
Nuestro carisma es dinámico,
pues, al igual que nuestra fundadora Madre Francisca, procuramos escuchar los
mensajes que el Espíritu nos transmite a través de los hechos de cada tiempo y
lugar, para poder responder con creatividad y sencillez a las necesidades de los
pueblos
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